Nacía mi tiempo de sus manos,
mi vida arrebatada en intervalos vacios,
nacía mi orgullo de sus dedos
rasgando horizontes en mi piel,
yo había nacido para sus caricias,
sus yemas contra mis poros,
nacía nuestro sueño del recuerdo,
de un pasado sin rumbo ni consciencia,
telones que caen y se elevan
como un amanecer tras la noche.
La noche del tiempo,
el tiempo del silencio.